Abriendo la puerta para ir a jugar, compartimos con los amigos lectores de El Ayllu esta carta imaginaria que le hicimos escribir a Nicos Poulantzas, tras ubicarlo, también imaginariamente, en el Chile de Allende. Allí reflexiona sobre algunas cuestiones sobre el ascenso de la Unión Democrática y escribe esta misiva a compañeros franceses entusiasmados con el proceso chileno. (Perdón Nicos...)
Santiago
de Chile, enero de 1971
Camaradas,
¡¡Vaya si no es para
entusiasmarse muchachos!! , recibí con enorme
alegría sus consideraciones sobre la “vía chilena al socialismo”. Me gustaría
resaltar algunas cuestiones que probablemente ayudaran a acrecentar su
entusiasmo y otras que propongo tengamos en cuenta para contextualizar la
situación actual de la
Unión Popular en el gobierno, para que al combinarlas se nos
aclare el panorama respecto a la posibilidad concreta en torno al cumplimiento
de las expectativas que ha generado el ascenso de Allende al gobierno chileno.
Tras septiembre he oído hablar a
mucha gente muy vagamente sobre lo que puede significar una transición al
socialismo en Chile. Recalquemos un punto que me parece fundamental a la hora
de analizar este acontecimiento: la toma del poder del Estado no puede ser
jamás el fin último de un proceso de transición socialista, sino que, por el
contrario, debemos considerarla solo como un momento, no por ello desestimable
ni poco fundamental, de una encarnizada relación de fuerzas a transformar en
favor de las masas populares. Muchos sucesos históricos nos han demostrado que
no se puede considerar que una ocupación del gobierno por izquierda signifique
concretamente controlar los aparatos del Estado, vale decir, es necesario que
no consideremos al Estado cual bloque monolítico por el cual una toma de sus
lugares estratégicos, como puede ser el gobierno, devenga en la obtención del
poder real, nada mas lejos de la realidad; en tanto y en cuanto no
consideremos al Estado como campo estratégico donde se condensa materialmente
una relación de fuerzas entre clases y fracciones de clase vamos a seguir
incurriendo en errores estratégicos de transición socialista y de toma del
poder.
No debemos olvidar que la misma
organización institucional del estado permite a la burguesía permutar el papel
dominante de un aparato a otro, por lo tanto, una vez mas digo que no basta con
tomar el gobierno, la transformación
tiene que ser total, hay que tornar la relación de fuerzas en todos los
aparatos del Estado a favor de las masas populares, pero esta transformación
articulada con focos autogestionarios de democracia de base no se logra de la
noche a la mañana, es por eso que debemos estar atentos para que la lucha al
interior de cada aparato devenga favorable
a las masas, esta debe ser la principal preocupación de la “vía chilena
al socialismo”.
Afortunadamente estas habladurías
solo provienen de la población y de algunos “intelectuales”, por su parte, la
dirección de la Unión
Popular parece identificar estas cuestiones, esto se puede
observar en el intento, por ahora prematuro, de lograr articular elementos de
la democracia representativa con focos autogestionarios o de democracia de
base, esto esta claro en su programa de gobierno desde el cual erigen cuatro
puntos fundamentales que arrojan luz sobre esta cuestión, a saber: la
legalidad, las libertades políticas, la no violencia y la socialización de los
medios de producción.
El mundo parece haber aprendido,
tras Rusia, que la estrategia del doble poder y el posterior reemplazo por la
democracia de base o autogestionaria de la democracia representativa no puede
ser un rasgo particular de una vía al socialismo, dado que de esta manera, nos
explica Rosa Luxemburgo, sin elecciones generales, libertad de prensa, de
reunión y de opinión, solo resta esperar el triunfo de la burocracia, en este
sentido, considero que es el deber de toda vía al socialismo, y en especial de
esta experiencia de Allende, lograr articular la ampliación de las
instituciones de la democracia representativa y de las libertades, con el
despliegue de formas de democracia directa de base y de los focos
autogestionarios, esta será la única manera de que la vía chilena al socialismo
pueda significar una transformación concreta del aparato estatal, lo cual se
traducirá en el control de los núcleos del poder real.
Me gustaría pasar a cuestionar
ciertos aspectos de esta propuesta encabezada por la Unión Popular que
encuentro algo inconclusas e incluso incoherentes. No coincido con el programa
de partido cuando se plantea que la transición al socialismo será pacifica, o
“no violenta”. A uno le gustaría creer que la transformación de la sociedad
hacia el socialismo se concretará pura y exclusivamente por vías pacificas,
dependiendo simplemente del apoyo electoral del pueblo y en la concreción del
programa de gobierno que permita transformar las estructuras de cada uno de los
aparatos del Estado, pero me resulta difícil convencerme de ello, en primera
instancia porque esta postura que esta llevando adelante la Unión Popular o bien
desconoce la potencialidad de una reacción del adversario, es decir de la
burguesía, o confía sobremanera en un decisivo y continuo apoyo de las masas
articuladas en amplias alianzas populares.
Esta es una cuestión que considero
fundamental, porque la única manera de enfrentar por vías pacificas la
inevitable reacción de la burguesía se concretará, en tanto y en cuanto, la
izquierda cuente con este apoyo popular y con los medios para articularlo, para
lo cual encuentro de vital importancia la coptación de nuevas reivindicaciones
populares que ayuden a crear un movimiento popular homogéneo que asegure la
posibilidad de llevar adelante el programa de gobierno. Esta cuestión me
encuentra en este momento un tanto escéptico, dado que una articulación popular
de este tipo no se logra de un día para otro, con lo cual cualquier reacción
del adversario en estos momentos de transformación puede significar una derrota
que, huelga decirlo, puede resultar total, dado que considero no se ha
conformado aún semejante articulación en la lucha popular. Veremos que es lo
que sucede, por el bien del socialismo chileno, es mi mas ferviente deseo estar
equivocado.
Debo poner énfasis, teniendo en
cuenta algunas experiencias anteriores de construcción de un socialismo
democrático, en otra tensión que puede resultar letal para las posibilidades de
la “vía chilena”, como ya mencione en esta carta la construcción democrática
del socialismo esta basada en la compleja articulación de transformaciones del
Estado y de la democracia representativa con el despliegue de la democracia
directa de base y de formas autogestionarias.
Estos dos procesos deben indefectiblemente cooperar el uno con el otro,
cooperación o articulación sin la cual sólo resta esperar una oposición abierta entre ambos procesos, lo que
significara el potencial riesgo de que un tercero, la burguesía, resuelva esta
tensión de formas poco feliz, por ejemplo con intervención de un gobierno fascista.
Estas son algunas consideraciones
que encontré oportuno remarcar en clave de la descripción del proceso
socialista recientemente comenzado, las expectativas son enormes, las
limitaciones otro tanto, dependerá del pueblo chileno, y sólo de él, concretar
la vía democrática al socialismo, las virtudes son muchas, los errores
corregibles, la ilusión impostergable, ¿podrá Chile hacer enfrente a la
reacción burguesa? ¿Podrá homogeneizar al movimiento popular en defensa del
socialismo? ¿Podrá hacer frente a
la embestida internacional contra este proceso democratizador y socializador?
¿Se concretará la transformación global de todos y cada uno de los aparatos
estatales? ¿Se podrá alcanzar el poder real en el aparato estratégico del
Estado? …
Llegó la hora de que Chile ponga a
prueba la historia, ¡¡A por la construcción del Socialismo Democrático en
Chile!!
Los saluda y recuerda afectuosamente,
Nicos
Poulantzas.
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