Los movimientos piqueteros de principios de siglo en nuestro
país resultan ser expresiones tributarias de las primeras irrupciones en las
localidades neuquinas de Cutral Có y Plaza Huincul. La identificación en torno
a la problemática común (el desempleo) para
millones de Argentinos y la necesidad imperiosa de ganar la calle en tiempos de
zozobra para el campo popular hicieron que cientos de nuevos movimientos
sociales disputen en la calle la defensa de sus derechos.
Casi como reflejo final de la debacle neoliberal, la
organización popular anclaba sus resistencias en torno a un “ya basta” que no
aceptaba las migajas de los verdugos de
siempre.
Aquella mañana, la represión ya estaba decidida sobre los
militantes que cortaban el puente Pueyrredon en defensa de su dignidad.
Nuevamente la policía asesina al servicio de intereses de poder organizaba una
caza de brujas fenomenal. Tras las primeras oleadas represivas sobre el puente,
el comisario Franchiotti coincide en la estación con Darío y Maxi que venían
cubriendo la retirada de sus compañeros, la coincidencia terminó en el
asesinato a sangre fría de los dos militantes populares. La secuencia fue
captada por la lente de un fotógrafo de Clarín, el resto de la historia ya es
conocida.
Hoy se cumplen 11 años de aquella masacre, Darío y Maxi
vuelven cada año, cada momento para
recordarnos aquello de que el “sueño será colectivo o no será”, vuelven para
gritarnos que queda mucho por hacer en la búsqueda incesante de un futuro digno,
vuelven para abrir nuestros ojos y para alzar nuestras voces ante cada
injusticia, vuelven como parábola esperanzadora de un futuro que no fue de
ellos, pero por el cual no dudaron en poner el cuerpo para que sea nuestro. Gritémoslo
a los cuatro vientos, en tiempos de oscuras candidaturas de mezquinos
intereses, Darío y Maxi vuelven para recordarnos que tanto su lucha como ellos
mismos están Presentes, ahora y SIEMPRE…
El Infernal
Grande Infernal, siempre con la pluma afilada. Darío y Maxi presentes ahora y siempre carajo!
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