martes, 8 de noviembre de 2011

La estrategia bi-temporal del kircherismo



Ya es diciembre en términos políticos. El kirchnerismo se ha caracterizado en estos 8 años por disponer, casi siempre, de la iniciativa política y por crear escenarios que ayuden a consolidarla. Leído así, era previsible que el 54 % no iba a nublar la vista de un oficialismo que vive de la dinámica, fugaz y contradictoria, del día a día político.



Ya llegados al fin de un segundo mandato kirchnerista es dable identificar una estrategia bi-temporal del kirchnerismo, mucho más acentuada post 125.


Por un lado, se mueve casi como pez en el agua en el corto plazo, con iniciativas incipientes y casi abruptas: desde la reforma de la corte, a la 125, pasando por la re-estatización de las AFJPs. Sin importar mucho las consecuencias (que han resultado por lo general, excepto la 125 y su reflejo en la derrota legislativa de 2009, favorables), el kirchnerismo busca elaborar y consolidar escenarios políticos, por lo general conflictivos, que permitan mantener intacta la capacidad de iniciativa. Es decir, el kirchnerismo propone un armado heterodoxo a partir de un lema bajo el cual ha alternado buenas y malas: “bajo ningún punto de vista se puede rifar la iniciativa política”. Este lema puede ser básico a los ojos del lector, pero vale destacar que lo básico no le quita la efectividad. El kirchnerismo, como ningún otro gobierno en democracia, a priorizado la capacidad de iniciativa y de delimitar agendas como eje de su brújula política, sobre todo porque entendió, tempranamente, que es esa iniciativa la que le otorga “autoridad política” sin la cuál, la tarea de gobernar resultaría, cuanto menos, imposible.



Por otro lado, el Kirchnerismo se ha mostrado mucho más frágil (hasta ahora) en el armado de escenarios de largo plazo, sobre todo hasta la derrota por la 125. Pero lo frágil no le ha impedido ir aceitando el horizonte temporal de largo plazo, ejemplos de ellos son, sobre todo, la política de integración regional y la política de memoria, verdad y justicia, una hace hincapié en el futuro de la región como reaseguro ante el temblequeo internacional y, la otra, es el garantía de que, en el futuro, vamos a vivir bajo la órbita de un estado que sutura en términos políticos y judiciales una herida que viene desangrando a la democracia argentina desde hace más de 30 años.




Esta estrategia bi-temporal del kirchnerismo se ve reflejada en este período de transición entre el segundo y el tercer mandato. Se ven, por un lado, medidas que apuntan a acotar la especulación mediático financiera contra el peso. Y por otro lado, medidas que atiendan problemas como la fuga de capitales y la necesidad de que mineras, petroleras y aseguradoras liquiden sus dólares en el país. Vale decir, políticas de corto plazo que garanticen, no sólo la percepción, sino la imposición de la autoridad política (validada en las urnas) por sobre las tensiones económicos. Y políticas de largo plazo, que dan cuenta de la necesidad de contener y empezar a reducir la inflación, frenar la fuga de capitales, y mejorar los guarismos de inversión productiva en nuestro país.



Así visto, el tercer mandato kirchnerista ya comenzó. Los desafíos son enormes tanto en el corto como en el largo plazo. Salú¡




El infernal

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