A los que cubrieron la noche con el rostro de Dios.
Acá está nuestra historia.Los pibes ardiendo.
Desapropiar el olvido, expropiarse del delito más urgente: el caminar emancipado.
Nuevamente a preguntarse por las fotos, por los nacimientos.
La plaza se ilumina de veces, también de ausencias. La calle se pinta de Santiago y Valparaíso.
Alguien ha disparado en el mismo momento que sobre el pecho
del joven desciende su condición divina.
Los apropiadores de historias han matado la geografía de un pibe que aun late como abuelos locos, como historias vivas como un gran fuego que desciende
se pronuncia
deseoso.
No eres ese, sino el instante de algún otro en la noche del tiempo,
cuando nobles jóvenes maldecían
la suerte de Dios.
Poli
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