lunes, 11 de julio de 2011

Migajas de una elección.

El balotaje es un hecho, pero los números arrojados en las elecciones a jefe de gobierno porteño rompieron con algunas de las predicciones PRE electorales. El gran dato, la vedette de la jornada, es la diferencia que el PRO obtuvo por sobre el FPV. Los pronósticos anunciaban una diferencia de entre el 10% y el 12% entre la primera minoría encabezada por el actual jefe de gobierno y el candidito Kirchnerista. Esta situación era mas favorable para la formula Filmus Tomada de cara al Balotaje lo que le daba un margen algo acotado es cierto, pero no por eso irrebatible. La situación es más compleja y difícil aun si tenemos en cuenta que la diferencia entre ambos es del 19%, algo que no se constataba en la previa.

Entendida así la situación, el FPV tiene por delante un gran desafío para poder acotar esa diferencia obtenida por el PRO en primera vuelta. En términos porcentuales, ambas fuerzas obtuvieron el 75% de los votos. La lógica electoral (si es que hay una) implicaría que ambos candidatos conservarían el porcentaje obtenido en primera vuelta disputándose entonces entre ellos el 25% del electorado restante. Cierto es que si el actual jefe de gobierno copta al menos el 4% de este margen, extenderá su mandato por 4 años mas, obligando al FPV a capitalizar al menos el 22% de esa masa de votos para torcer la diferencia de la primera vuelta.

No obstante esto, no se puede reducir el acto electoral a un mero número matemático y porcentual que tiende a ser inexacto. Habrá variables, no menores para tener en cuenta. Una de ellas será el electorado ausente que en primera vuelta no se acerco a votar, y que representa otro 25% de votos. Dato no menor. Por otro lado, es un error sociológico grave recortar el porcentaje obtenido por las fuerzas que quedaron relegadas del balotaje y pagárselo alguno de los candidatos que subsisten. En primera medida, si había polarización al menos en términos discursivos, de cara a la primera vuelta, esta naturalmente se acentúa aun más al tener que optar por dos fuerzas políticas. Así, las condiciones de la segunda vuelta serán radicalmente distintas. El error esta en por ejemplo suponer que el electorado de proyecto sur, por decantación y afinidad ideológica se volcará hacia la alternativa del FPV. Las significaciones discursivas de Pino Solanas evaluadas entre el periodo iniciado con las elecciones legislativas del 2009 (donde obtuvo un gran caudal de votos en la Ciudad de Buenos Aires) y el presente, remiten a cierto coqueteo del jefe de Proyecto Sur con sectores de centro derecha. Bastará recordar los guiños televisivos y elegíos de parte de Mariano Grondona así como también su lamentable opinión sobre las elecciones Salteñas donde pronunció, ante el triunfo del candidato oficialista Urtubey, que las provincias mas pobres no se caracterizan por tener mejor calidad de voto. Dicho esto, no seria raro encontrar dentro del electorado de proyecto sur, algún centroderechista confundido. Esta postura fortalece la hipótesis de la inexactitud de predecir la forma en que los candidatos se repartirán el 25% de los votos en disputa.

Los interrogantes que circulan son varios. ¿Representa el voto al PRO, un voto contra el gobierno nacional? Parte de este enunciado es verdadero pero un porcentaje tiende a ser falso. Hay un dato importante, es que entre un 30% y 40 % del electorado Macrista, votara por Cristina en las elecciones nacionales. Esta hibrides ideológica refuta la hipótesis del voto bronca, reflejando a sectores conservadores y tradicionalistas, que seria aquellos que pugnan tanto por la reelección Macrista como por la Cristinita.

Otra interrogante, los resultados de la elección porteña ¿son un indicio de lo que sucederá en Octubre? Si volvemos a los números, el 47% que voto a Macri en primera vuelta representa a nivel de electorado nacional no más del 1%. Poco trascendente se torna esta elección en términos de disputa de poder de cara a Octubre y mas efímero se vuelve la generalización de Cuidad a Nación, si tenemos en cuenta que la candidatura de Macri en la ciudad llegó tras el convencimiento de la incapacidad de construir una alternativa presidencial que se extienda a nivel nacional. No obstante esto, el macrismo no encontró aun una fuerza política externa a su partido con la que pueda trascender los límites de la ciudad. Entiéndase, no hay hasta el momento, una fuerza política nacional capaz de capitalizar en su totalidad al electorado del PRO de cara a las elecciones nacionales.

El fenómeno electoral porteño sucedido ayer, es complejo. Los argumentos simplificadores que tienden a definir a la sociedad porteña como conservadora, tradicionalista o ideológicamente de derecha, no bastan para definir y elucubrar el fenómeno. Tampoco sirve “calificar” al voto de los porteños. Este es un análisis muy superficial que nada nos dice de un fenómeno sociológico complejo como es una elección democrática. Lo que hay que entender quizás, es que los que siguen perdiendo son los invisibles, los olvidados, los carenciados, los que viven privados de salud, de educación, de trabajo, de vivienda digna; podemos deducir como ha caído la noticia en los trabajadores de los hospitales y escuelas publicas de la ciudad como así también la de los enfermos del Borda. Estos no solo perdieron una elección, sino que poco a poco van perdiendo su condición de dignidad.

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