miércoles, 26 de enero de 2011

Los días de Faustina


Ahí, donde se pone un pie, desaparecen los caminos.

Ahí, donde se mira de prepo, son pocos los dos ojos.

Ahí, Faustina se suelta el pelo viejo y se hace tierrita.




Las quebradas de la piel, hendiduras que viajan en su cara, cambian de color con las volteretas del sol. Los labios agrietados silban los caminos y en cada dedo le cabe una llama.

Faustina me da su yuyito del cerro y deja flotar la mano en el aire, como pidiendo una caricia. Son tres días los que ha caminado sola, a puro cardón con flor. No sabe cuántos años tiene pero ya se van apagando sus coplas. Habla como en gotas, suave y poco.

Faustina no entiende eso de la propiedad. Ni apenas es dueña de ella: es parte; como una piedra, como el agua que toma el burro carguero. Ha visto en la misma tierra a sus abuelos y sentirá a los pasos nuevos por nacer preparar el suelo para la papa nueva. La Madre de los pueblos gestará en nueve meses y dará maíz y máscaras del carnaval. Faustina tiembla en esos febreros y el diablo baila y revende su yuyito.

Ella mira la antigua iglesia y baja la cabeza. Piensa que hay cosas que la lluvia no arrastra, que están bien clavadas en su gente. Cree en lo que toca, lo que huele, lo que pisa y se le escapa entre las manos. Prefiere los ritos más verdaderos a sus pies y no se mete en la boca aquella mezcla de culpas que trajeron de allá enfrente.

Hace muchas bagualas que no besa a nadie Faustina. El amor se le cayó por la cascada y quién sabe dónde fue a parar. Tal vez se lavó la cara algún viajero o ha matado la sed del cóndor que ahora vuela. En el patio de la montaña ella va colgando sus besos, porque alguien va a subir a buscarlos.

Me voy de Iruya, cuesta abajo, por el ripio de la historia, sabiendo que Faustina ya no estará ahí cuando vuelva. Ahí, donde se pone un pie. Ahí donde se mira de prepo. Ahí, donde Faustina se suelta el pelo y me da el yuyito que llevo en el bolsillo.


Román.

1 comentario:

  1. QUE LINDO ESCUCHARLA SIN QUE HABLE. LINDA CRONICA DE UN LINDO LUGAR, AUNQUE NO CONOZCA IRUYA.
    TODOS Y TODAS TENDRIAMOS QUE TENER SU YUYITO.

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