miércoles, 15 de diciembre de 2010

Las muertes y la desnudez


En los últimos tiempos se han venido sucediendo episodios de violencia que trajeron como resultados sendos asesinatos a manos de poderes fácticos que operan sobre la realidad nacional. Cada una de estas muertes desnudan problemáticas no resueltas por el Estado en todas sus capas.

El asesinato de Mariano Ferreyra implica, entre otras cosas, la perseverancia de un actor de poder (con nefasta historia) que podemos resumir con el nombre de “burocracia sindical”, la incapacidad del Estado para hacer frente a ese poder fáctico que opera a diario en las sombras y que cada tanto muestra su verdadera cara, su rostro asesino; revela el accionar de patotas y la complicidad policial en su accionar.

El asesinato de los integrantes de la comunidad Quom nos muestra varios puntos oscuros: la negación del otro (demostrada en la represión seguida de muerte a manos de la policía formoseña), la proliferación de la soja a escala nacional, la impunidad policial, el odio racial y la prepotencia política que embandera la muerte como práctica habitual.

Las muertes del parque Indoamericano también desnudan ciertas tramas oscuras de la política nacional, en primer lugar, se observa el déficit habitacional y la ausencia del Estado en su cariz social resumida en lo que podemos llamar “el problema de la vivienda”, se ha observado también una fuerte escalada xenofóbica, autoritaria y berreta en gran parte de nuestra sociedad. Se ha desnudado la dificultad que enfrenta cualquier Estado del mundo para transformar la premisa “de no reprimir la protesta social” en una realidad concreta, se han vislumbrado nuevos matices en la relación política-barrabravas, resultando ahora, literalmente, grupos de choque que empuñan armas y asumen prácticas violentas con la impunidad que brinda al apadrinamiento político.

Cada muerte devela puntos grises, oscuros. Quién crea que el Estado Nación no es algo por construir a diario estará subestimando la relevancia que tienen los poderes fácticos que actúan en pos de su descomposición; policía, sindicatos, barrabravas, punteros, vivienda, la pobreza, etc., todos síntomas de un Estado a medio (¿?) vestir.

Las muertes nos llenan de tristeza y bronca, desnudan la fragilidad del Estado y la potencia de los poderes fácticos para penetrar y darle forma a nuestra vida politica, económica y social.

Las muertes nos dejan ante la sensación de vacío, las muertes nos duelen. Las muertes nos desnudan.

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