jueves, 23 de diciembre de 2010

La parábola tardía de una mujer hermosa

Ayer conocí a una mujer, estaba vieja y olvidada.
Todos en algún momento la pidieron y hablaron de ella como necesaria.
La soñé bella, inalcanzable. Tan lejana como el bienestar universal.
La imagine candente, bailando, incansable.

Ayer conocí a una mujer que buscamos por cada cacho de tierra,
me dijo que su tarea es interminable,
que nunca fue demasiado ágil para practicarla,
pero que siempre llegaba para reparar.

Ayer conocí a una mujer, que se ausentó durante décadas,
una mujer que fue desaparecida, como tantos otros.
La noté serena, deambulando entre genocidas que se concibieron impunes,
como sabiendo que ella se imponía.

La recordé desnuda, ultrajada, pisoteada por botas y uniformes verde oliva.
La pensé vencida, enterrada en la historia de los vencedores.
La encontré esperanzadora, me dijó que la espera no había sido en vano…
Que la lucha de miles la habían encontrado.

Me notó perdido, algo desorientado.
Me dijo que ella era una dama de las que no se ven,
se presentó, “Me llamo Justicia” dijo, y ayer estuvo por Córdoba.
Tarde, pero reparando. Cumpliendo su tarea, más hermosa que nunca.


El escarabajo

2 comentarios:

  1. Felicitaciones Escarabajo!
    es una de las reflexiones acerca de los juicios más bonitas que leí

    desde el título hasta la ultima palabra.
    Nunca
    nunca mas!

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  2. Muy,muy buena publicacion!!! Felicitaciones!!!

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