lunes, 1 de febrero de 2010

"Sea triste o alegre, es lo más cierto éste hoy que vivo,
este fugaz presente que tiene dos extremos,
como un puente: un mañana nonato, un ayer muerto."
Aníbal de Antón (“Alquilo Soledad”)



Buscando el mañana nonato

Solo con ánimo de generar un debate enriquecedor en torno a la situación actual del movimiento estudiantil, esbozaré algunas consideraciones particulares sobre la situación de dicho movimiento, planteando oportunamente una serie de preguntas de las cuales no obtengo respuesta, a la espera de que, una vez planteado el debate, una (auto) crítica humilde nos ayude a encontrar nuevas formas de lucha en el camino hacia el mañana nonato.

El ayer muerto (eternamente vivo) del que nos habla Aníbal de Antón arroja luz sobre la situación actual del movimiento estudiantil argentino, en este sentido vale mencionar al letargo al que han sido arrojadas todas las reivindicaciones particulares de dicho movimiento, y para lo cual jugó un rol eminentemente particular la picana y el terror. Encuentro oportuno comenzar por aceptar las condiciones actuales del movimiento estudiantil, y en todo caso discutir efectivamente si estamos o no ante un movimiento estudiantil o ante estudiantes en movimiento. Para ello debemos (re) plantearnos algunas cuestiones básicas en torno a: ¿qué movimiento de estudiantes queremos? y, en primera instancia, ¿cuál necesitamos? porque la pregunta por ¿Cuál movimiento podemos conformar? se responderá en tanto y en cuanto teoría y praxis sean la virtud de todo el estudiantado en general.
Este convite a la autocrítica del movimiento debe iniciarse en la particular conciencia de todos nosotros para canalizarse indefectiblemente en el debate conjunto, interpelando a la vía colectiva como motor de esta (re) organización del movimiento.
Debemos re-pensar las formas de lucha, debemos construir un movimiento estudiantil horizontal, donde el debate y el consenso (en el disenso) sea la practica rutinaria del estudiantado, dónde se termine con las escisiones auto-impuestas por los sujetos universitarios, como puede ser la clásica escisión “estudiante – militante” o “profesor – alumno”, para que de una buena vez comencemos a diagramar un movimiento superador que termine con estas prácticas que nos arrojan al actuar individual, a la indiferencia y desde las cuales, cada uno desde su lugar, atentamos contra la construcción de un actor colectivo.
Resulta necesario, preguntarnos el porque de la apatía de la mayoría del estudiantado, el porque de la indiferencia con las “cuestiones” del movimiento, pero para ello debemos asumir responsabilidades cada uno de nosotros, para que esta problemática no termine una vez mas sin la autocrítica necesaria, para que de una vez y para siempre asumamos nuestros defectos, pero no para lamentarnos por ellos, sino para superarlos y poder de esta manera, re fundar un movimiento estudiantil que permita, a cada estudiante, adoptar al movimiento como el suyo propio y dejar de considerarlo como algo cosificado, representado en el rechinar de las fotocopiadoras.
Al fin de cuentas, debemos construir un nuevo movimiento estudiantil que cree lazos de solidaridad entre los pares, que permita la identificación no con algo, sino con el todo, que nos permita “habitar” la Universidad en el sentido deodoreano del término, convirtiendo cada aula en una trinchera en la guerra por la educación, en nuestra trinchera.
Queriendo no pecar de romántico, resta afirmar que realmente creo que es posible la construcción de un nuevo movimiento estudiantil con identidad propia, superador de los planos de escisiones que nos impone en todos los ámbitos (y entre ellos obviamente el Universitario) la sociedad en la que habitamos, un movimiento que nos permita delinear autónomamente cursos de acción conjunto, para poner en discusión el orden realmente existente, pero todo esto no se puede lograr sin una previa autocrítica del propio movimiento estudiantil (o de los estudiantes en movimiento, según mi consideración), porque ella es la única que nos va a permitir aprender de los errores y aciertos del pasado, para lograr concretar un nuevo comienzo que nos permita en este fugaz presente, basado en el ayer muerto (eternamente vivo), dar de una vez y para siempre nacimiento al mañana, representado en la autoorganización estudiantil.
Por Ignacio

1 comentario:

  1. Saludo la invitación al debate.
    Toda discusión sobre el tan querido Movimiento Estudiantil provoca diversas sensaciones. Por un lado la natural sensación de apatía. Se construido una idea-objeto: el estudio como un medio para. El estudio, su lugar “oficial” por convención –la Universidad-, es un medio que garantiza, garantizó en su momento, la famosa “salida laboral”. El objeto, proceso, se consume, se realiza, con la finalidad de obtener otra cosa. Es un pasaje y no un fin en sí. El saber que engloba esta noción de estudiar, esta idea-objeto, es el del saber mercantil. No tiene lugar otro saber que no pueda ser racionalizado en términos de oferta-demanda de mercado. En ese sentido se construye el sujeto que lo invoca: el estudiante. Un sujeto, que por cierto y por naturaleza del objeto con el que se realiza, es un no-sujeto. No existe como tal, sino como momento. Lo observamos manifestándose en la noción de jarrón vacío a llenar. No puede ir hacia la crítica ni hacia una evolución pues no existe como sujeto en sí.
    Por el otro lado el sujeto para sí. Supera la noción de la idea-objeto anterior del saber. Lo construye y deconstruye con su praxis. Tiene conciencia de su situación como sujeto, a la vez que se realiza como plenitud incompleta en el devenir del objeto estudio. Pero, lamentablemente, este sujeto enfrenta sus limitaciones: no da cuenta de su amplitud y complejidad. Se reconoce estudiante. Intenta construir el Movimiento Estudiandil. Pero se limita, no se niega y se piensa como Ser Social. Se manifiesta en el fetichismo del Estudiante por sí, para sí: su mejor exponente es la inversa del anterior, es el estudiante que sale de la Universidad e interactúa con el Mundo que le es exterior y lo rodea.
    La apuesta pasa por perder de vista la complejidad del fenómeno. Pensarlo en su momento y en su especificidad. El estudiante es tal porque estudia. ¿Qué estudia? Estudia un saber. La particularidad es que estudiando lo construye, lo niega y lo acrecienta. Pero al mismo tiempo que lo realiza, se destruye: debe reconocerse atravesado de contradicciones sociales ya que, a la vez de estudiante, es joven, es trabajador y es sujeto social.
    Por ello es que, quien ose tomar este camino, no puede perder de vista que la problemática macro y micro simultáneamente. Para ello se debe trabajar en estas áreas al mismo tiempo y sin caer en descuidos. La responsabilidad es nuestra y solo nuestra. Y todo aporte que reconozca esto, va en ese sentido.
    Dejo a continuación dos documentos que me parecen clave para avanzar en el debate.El primero es un texto de Martín Cortés. El segundo el documento que dio nacimiento al colectivo en el que participo políticamente.
    Saludos
    Antonio R.


    -http://www.dariovive.org/notas/cortez1.htm
    -http://www.lamella.com.ar/node/14

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