Las movilizaciones masivas suelen ser un buen síntoma sobre
el estado actual de un régimen democrático. Quizás, entre otras cuestiones,
esto sea lo mas destacable de la mítica movilización del #8N. La manifestación puede leerse de variadas
maneras, lo que no pone en tela de juicio es la libertad absoluta con la que una parte de la población, minoritaria por
cierto, puede alzar su voz en contra del gobierno hilvanando una serie de
demandas tan heterogéneas como disímiles.
La cobertura mediática opositora demostró que estos agentes siguen teniendo
expectativas desmedidas en movimientos como los de anoche. Mientras que la
cobertura “oficiosa” u oficial trata de establecer un contacto directo con los
manifestantes para que estos se muestren tal cual son y así se puedan desenmascarar
los verdaderos intereses que se están poniendo en juego en la disputa política actual,
los medios opositores hacen hincapié en un descontento generalizado y desmedido.
De lo que no quedan dudas, es que la política sigue siendo una continua disputa
por el sentido de las cosas. Las acciones en si mismas, parecieran no tener una
significación literal, sino que todo se juega en el orden del sentido, tanto de
parte del gobierno como de las corporaciones mediáticas.
El #9N amaneció con sabor a que todo sigue igual. Pareciera
que el panorama político no se movió demasiado luego de la movilización. ¿Debería
haberse trastocado algo del panorama político actual? Pareciera que la
efectividad de la marcha así lo requería. Lo cierto es que el gobierno deberá tomar
nota de algunas demandas que pueden ser presentadas como validas (Inseguridad, corrupción,
suba del mínimo no imponible) mientras que otras cuestiones parecieran licuarse
dentro del conglomerado de demandas que circularon y circulan entre los manifestantes
anti-kirchneristas. Ahora bien, todo
este movimiento abstracto de cuestiones y demandas muestran que entre el #7S y
este #8N hay cosas que son incapaces de articularse entre si y generar una
cadena equivalencial de demandas que las incluyan. Lo central en esta falta de articulación
es la incapacidad de parte de algún partido o movimiento opositor de poder
capitalizar todo ese movimiento, articularlo y resignificarlo para poder
producir una identificación entre ellas. El kirchnerismo es un espacio politico muy heterogéneo compuesto por distintos sectores sociales de tintes ideológicos diversos, pero
que a lo largo del tiempo logró articular una serie de demandas y
capitalizarlas para poder producir dentro de toda esa dispersión ideológica,
una identificación. La oposición parece
que esta como ausente. Seguramente el sistema democrático se vería mas fortalecido
si se pudiese capitalizar políticamente esos movimientos minoritarios en
proyectos o programas de gobierno. Mientras tanto, el kirchnerismo lidera casi
en soledad y dando la batalla contra los medios hegemónicos.
Anoche se pudo ver a sectores sociales medios y medios altos
reclamar por cosas disimiles y hasta contradictorias. Lo que no se puede dejar
pasar de soslayo es que se vislumbra un movimiento profundamente antidemocrático,
destituyente cuya capacidad de tolerancia
tiende a cero. Estos son los sectores que ideológicamente suelen estar parados
en la vereda de enfrente al gobierno y
cuya distancia ideológica resulta insalvable. De esos, no debemos preocuparnos.
Son los que insultan, los que hablan de
respetar las instituciones pero piden que se vaya la yegua. Son los que en plaza
andan por las veredas, porque ni
siquiera alguna vez anduvieron por el barro, ese barro que es propio de los de abajo, de los que siempre pierden,
de los excluidos y marginados que, dicho sea de paso, están ausentes en las
demandas de estos sectores. En esa plaza donde donde algunos se arremangaron y pusieron las patas en la
fuente, otros ni siquiera pisan el pasto. De los
que se debería tomar notas, es de aquellos sectores que estarían política e ideológicamente más cerca del
gobierno y que la distancia que los separa de los recién descriptos parecería ser abismal. El gobierno tiene ahí un desafío
para poder capitalizar a esos sectores. Son los que se movilizan junto a Pando, Macri,
Bullrich y con quienes nada tienen para decirse.
Cada cual atiende su juego. Cada uno sabrá posicionarse con
respecto al #8N. Mientras tanto, el gobierno sigue teniendo su fortaleza en la
incapacidad de parte de la oposición de construir proyectos alternativos
viables que no representen una vuelta al pasado que aun hoy nos sigue doliendo.
La semana seguirá con la agenda mediática enfocada en el #8N, mientras tanto, otra
fecha clave se asoma, el #7D. A simple vista pareciera que se instalará como un
día histórico y trascendente. Nada esta dicho. Todo esta en continua disputa.
Al fin y al cabo, la política no es un
juego de suma cero.
Augusto Constantin
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