miércoles, 27 de julio de 2011

"Se siente, se siente la tota presidente"


¿Cómo explicar el fenómeno Del Sel? He aquí la pregunta que nos pega fuerte en la conciencia y reflexión de aquellos que hacemos política. Por que si de confesar se trata, querido lector de El Ayllu, aquí mismo, en este blog se hace política. Estimo que no es esta una confesión revelada, pero por si quedan dudas vale la aclaración. Lo que aquí se intenta hacer, es construir un espacio donde podamos dar testimonio, siempre desde un lugar, siempre defendiendo ideas, valores que son construcciones y que como tales implican siempre una lucha de practicas de poder según expresara Michel Foucault. Consideramos que es precisó terminar con esa idea ilusoria y ficcional que en la política todo debe ser consensuado. Esta, en tanto practica social, supone contraposiciones discursivas y de intereses que en muchos casos lejos están de acordarse en una mesa de café. Entendemos que la política cuando es genuina (si es que así pueda definírsela) esta llena de contenido y deviene como forma de expresión de ideas de distinta índole que confrontadas discursivamente suponen conflictos de intereses que en algunos casos se manifiestan irreconciliables.

Creemos que la palabra preocupación sirve para definir de manera laxa lo sucedido en las recientes elecciones. Y la no preocupación también debería preocupar. Porque casi pasamos del “que se vallan todos” a confiarle el futuro de toda una provincia a un humoristas que desde un discurso banal, superficial, vaciado de contenido, confiesa no saber nada de gestión pero que tiene buenas intenciones. Muy cerca se estuvo de elegir entre nuestros representantes a aquel que con un discurso ramplón, simplista y circense presupone que tomar decisiones determinantes de la vida de miles de santafesinos es comparable a improvisar en un escenario .Este fenómeno es ante todo la espectacularizacion de la política y su vaciamiento mas acabado.

Un análisis aparte implica el rol de los medios de comunicación en la valoración de la figura de Del Sel. La imposición mediática de un candidato, demuestra ser muy efectiva por estos días. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Por qué prima ese discurso vacío de contenido, en un número considerable de personas? Errónea seria la interpretación, si las campañas político-comunicacionales de partidos alternativos, pretendieran adoptar esa modalidad discursiva, amparándose en su efectividad. Se trata de repensar como llegar a la gente, y que comunicar más que como. Es todo un desafío en materia de comunicación repensar la concepción de política que emana de los medios hegemónicos de comunicación social. Y decimos hegemónicos en el sentido gramsciano del termino entendiendo que los medios masivos permiten la predominancia de ciertos enunciados por sobre otros a través de practicas discursivas que llevan en su seno tanto la coerción e imposición como el consenso. La reiteración constante de ideas o hechos que se representan en los medios es una practica meramente coercitiva pero que siempre funciona con una cuota de consenso, que en alguna medida termina siendo el resultado de la coerción. Es decir, el consenso derivado de la imposición mediática de los mensajes masivos constantes.

Entendemos que es de profunda gravedad el hecho de que una gran masa electoral delegue su representación política basándose meramente en figuras publicas sin tratar de dilucidar cuales son las ideas que hay por detrás de esas mascaras. Urge repensar estas cuestiones, mas aun si tenemos en cuenta que la incapacidad de gestión política o las malas decisiones, deja gente en las calles, deja personas sin oportunidades, sin techo, sin salud y sin educación. Lo mismo con la incapacidad o la omisión de decisiones. Así de caro se paga. Así de sensibles son las cuestiones que los representantes elegidos democráticamente deben considerar. Y en este caso, la imagen de un Del Sel sorprendido por el resultado que arrojaban las bocas de urna para las 19hs del pasado domingo, validaba la hipótesis de la ausencia total de un proyecto político sólido y consistente. Sus emanaciones discursivas a lo largo de la campaña siempre hicieron hincapié en su buena voluntad, en su honestidad, etc., etc. Con eso no alcanza. Hacen falta ideas, concepciones de política, proyectos de sociedad, de salud, de trabajo, de educación que retumban en nuestros oídos como modos de vida que no pueden quedar al libre albedrío de un gabinete conformado por profesores de gimnasia, o tenistas retirados. Ese voto conformista nos tiene que saber a poco. Entendido así, el riesgo asumido ante representantes improvisados es de enorme magnitud y de gran trascendencia. Si queremos algo mejor, pugnemos por ello, pero no nos quedemos con discursos vacíos de contenido que solo expresan ideas llanas, mediocres e insuficientes. No se puede endilgar la responsabilidad de representación política en personajes farandulescos que nos caen simpáticos como si la simpatía fuera buena gobernante. Porque la democracia no devino sola ni broto de un repollo, sino que es una conquista social inalienable adquirida a costa de la sangre de civilizaciones enteras. Algo de ello sabe decirnos la historia reciente de nuestro país.

Quizás aun más grave sea la incapacidad que tienen los proyectos políticos alternativos para volcar ideas en las cuales la sociedad se vea representada dignamente. La autocrítica debe recaer sobre ellos para poder elucubrar alternativas no solo comunicacionales sino también políticas que acerquen a la gente consigo misma, para poder defender ideas acordes a su posición social y no delegar responsabilidades políticas en personas que representan, en muchos casos cual espejos deformados, lo antagónico a lo que verdaderamente son (somos).

Augusto

1 comentario:

  1. La imagen sofisticada de Miguel Del Sel me acercó a la cultura. Lo vi en un panfleto del Pro y me acordé de un tango de Homero Expósito: "Cruel en el cartel,
    la propaganda manda cruel en el cartel,
    y en el fetiche de un afiche de papel
    se vende la ilusión,
    se rifa el corazón...
    Y apareces tú
    vendiendo el último jirón de juventud,
    cargándome otra vez la cruz.
    ¡Cruel en el cartel, te ríes, corazón!
    ¡Dan ganas de balearse en un rincón!"

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