Los años Kirchneristas, nos dejaron 2 gobiernos que cargaron tintas contra el discurso neoliberal, contra la herencia de la larga noche menemista y contra las atrocidades de la última dictadura en busca de (la por ahora insuficiente, y a la vez invalorable) justicia y verdad.
La práctica llena a lo ideal de matices, y ninguna postura del Estado se expresa a partir de una racionalidad estrictamente enmarcada en convicciones, en cada una de ellas hay pujas, tensiones entre lo viejo y lo nuevo, hay desilusiones, hay sustanciales reivindicaciones, hay política, poder y contrapoder.
El Kirchnerismo adoptó una agenda que no era la propia y, en un claro ejemplo de lucidez política, se subió al colectivo de la re-estatización de las AFJP, se lanzó de lleno con la Ley de Servicios de comunicación Audiovisual (qué, aunque en su agenda de gobierno, nunca tuvo un fuerte consenso a su interior y estuvo enmarcada en la puja contra el monopolio), logró el tratado y la resolución favorable del matrimonio igualitario, y varios etcs.
Todas estas medidas, a nuestro entender, favorecieron el visto bueno de gran parte de la sociedad, y resultaron harto favorables para la consolidación de la gobernabilidad.
De 2003 a esta parte el Estado argentino fué un bastión (importante) del enfrentamiento mundial contra el FMI, actor sustancial de las grandes desgracias de los países genuflexos y tomadores de deuda.
Desde 2003, la apertura de paritarias fueron moneda corriente y, porcentuales más/menos, los salarios ajustaron la inflación y se recuperó cierto piso de ingresos que favoreció el consumo interno, pilar de la economía K.
Nos encontramos ya en 2010, a un mes de la muerte de NK, con un gobierno que optó por reconocer sus puntos débiles.
Se empiezan a conocer medidas para atacar la inflación (acuerdo tripartito: Estado, Sindicatos, Empresarios en pos de bajar el tono de las paritarias para centrarlas en el orden de un aumento de no más del 20%).
Se conocieron medidas para la “normalización” del Indec (otra de las tareas pendientes del Kirchnerismo) que anuncian la llegada del FMI y de un soporte técnico para las mediciones (que tiene tufillo a condicionalidades).
Seamos claros, el “asesoramiento” y la “expertise” del FMI no es algo que no se pueda conseguir por éstas pampas y la medida huele mucho más a buscar la incuestionabilidad de las mediciones y a la llegada de nuevas condicionalidades del fondo para con la Argentina (seguramente, enmarcadas en el arreglo con el Club de París) que a políticas que tiendan a la efectiva normalización de esta institución tan vilipendiada.
Se viene un año electoral, el plafond del Kirchnerismo parece ser mucho para el resto de la oposición, lo cual le “libera” las manos para encarar un “giro pragmatista” y cerrar acuerdos con la UIA y el FMI y brindar gestos en pos de un “pacto social”. Habrá que ver cual es el camino que se consolida, estas son medidas entendibles atento a lo antes expuesto, esperemos que las mismas no impliquen la llegada de los “expertos” del FMI al Sheraton para decirnos que estamos haciendo mal y que debemos hacer. Esa es una pesadilla de la que creíamos haber despertado.
Está bien reconocer las debilidades que ya no se pueden barrer debajo de la alfombra, asumirlas como tales y encarar políticas que ajusten dichos problemas, la coyuntura, creemos, abre la posibilidad de profundizar políticas sociales de largo alcance (al estilo de la AUH), veremos que sucede, el año próximo nos encontrará cruzados por estos debates, esperemos que la movilización popular tenga la solidez necesaria para seguir marcando, y necesariamente profundizando, el rumbo de la agenda del gobierno nacional.
La práctica llena a lo ideal de matices, y ninguna postura del Estado se expresa a partir de una racionalidad estrictamente enmarcada en convicciones, en cada una de ellas hay pujas, tensiones entre lo viejo y lo nuevo, hay desilusiones, hay sustanciales reivindicaciones, hay política, poder y contrapoder.
El Kirchnerismo adoptó una agenda que no era la propia y, en un claro ejemplo de lucidez política, se subió al colectivo de la re-estatización de las AFJP, se lanzó de lleno con la Ley de Servicios de comunicación Audiovisual (qué, aunque en su agenda de gobierno, nunca tuvo un fuerte consenso a su interior y estuvo enmarcada en la puja contra el monopolio), logró el tratado y la resolución favorable del matrimonio igualitario, y varios etcs.
Todas estas medidas, a nuestro entender, favorecieron el visto bueno de gran parte de la sociedad, y resultaron harto favorables para la consolidación de la gobernabilidad.
De 2003 a esta parte el Estado argentino fué un bastión (importante) del enfrentamiento mundial contra el FMI, actor sustancial de las grandes desgracias de los países genuflexos y tomadores de deuda.
Desde 2003, la apertura de paritarias fueron moneda corriente y, porcentuales más/menos, los salarios ajustaron la inflación y se recuperó cierto piso de ingresos que favoreció el consumo interno, pilar de la economía K.
Nos encontramos ya en 2010, a un mes de la muerte de NK, con un gobierno que optó por reconocer sus puntos débiles.
Se empiezan a conocer medidas para atacar la inflación (acuerdo tripartito: Estado, Sindicatos, Empresarios en pos de bajar el tono de las paritarias para centrarlas en el orden de un aumento de no más del 20%).
Se conocieron medidas para la “normalización” del Indec (otra de las tareas pendientes del Kirchnerismo) que anuncian la llegada del FMI y de un soporte técnico para las mediciones (que tiene tufillo a condicionalidades).
Seamos claros, el “asesoramiento” y la “expertise” del FMI no es algo que no se pueda conseguir por éstas pampas y la medida huele mucho más a buscar la incuestionabilidad de las mediciones y a la llegada de nuevas condicionalidades del fondo para con la Argentina (seguramente, enmarcadas en el arreglo con el Club de París) que a políticas que tiendan a la efectiva normalización de esta institución tan vilipendiada.
Se viene un año electoral, el plafond del Kirchnerismo parece ser mucho para el resto de la oposición, lo cual le “libera” las manos para encarar un “giro pragmatista” y cerrar acuerdos con la UIA y el FMI y brindar gestos en pos de un “pacto social”. Habrá que ver cual es el camino que se consolida, estas son medidas entendibles atento a lo antes expuesto, esperemos que las mismas no impliquen la llegada de los “expertos” del FMI al Sheraton para decirnos que estamos haciendo mal y que debemos hacer. Esa es una pesadilla de la que creíamos haber despertado.
Está bien reconocer las debilidades que ya no se pueden barrer debajo de la alfombra, asumirlas como tales y encarar políticas que ajusten dichos problemas, la coyuntura, creemos, abre la posibilidad de profundizar políticas sociales de largo alcance (al estilo de la AUH), veremos que sucede, el año próximo nos encontrará cruzados por estos debates, esperemos que la movilización popular tenga la solidez necesaria para seguir marcando, y necesariamente profundizando, el rumbo de la agenda del gobierno nacional.
Nacho
es un buen analisis, y seduce en estos momentos electoralistas. creo que el kirchnerismo ha estado en disputa, y sobre todo post-muerte de Nestor, interna y externa. su pragmatismo le ha permitido ser "lo nuevo" y "lo viejo" a la vez. pararse sobre pilares que no le son propios pero que lo encarnan, estar detras de proyectos novedosos pero nunca romper con lo mas podrido del PJ. creo que parte del su exito han sido las enormes concesiones que dio, a diversos sectores. y no es un dato menor analizar la realidad economica, que es la que le permite tener caja suficiente para sostener este pragmatismo. control sindical, pacto social con el epmresariado, modelo productivo concentrado, concesiones a los movimientos sociales, y a sectores de la sociedad civil. para eso se necesitan recurso, y un panorama economico favorable.
ResponderEliminarpoli.