miércoles, 21 de julio de 2010

Hacía una utopía liberadora.

Les dejo este discurso imaginario en el que una maestra, tomando en cuenta el pensamiento de Mariano Moreno y Simón Rodríguez, recuerda el bicentenario e interpela al futuro:
  • El siguiente discurso ocurre en una escuela rural enclavada en un pequeño pueblo del partido de San pedro (Río Tala) el 25 de Mayo de 2010.
    Enmarcado en el recuerdo del Bicentenario de la Patria la profesora se pregunta por la vigencia de las ideas de Mariano Moreno y Simón Rodríguez en Nuestra América de hoy, en la Argentina de hoy, en el San Pedro de hoy, en el Río Tala de hoy…
    La maestra sueña con esa Patria Grande por realizar, y busca complementar a estos dos grandes pensadores, que 200 años después de su tiempo, nos siguen interpelando, porque están vigentes, porque nunca se han ido.
    Se da comienzo al acto:
    Suenan las estrofas de un “recortado” himno nacional, la bandera recorre el mástil en forma ascendente, el rocío que humedece los campos de una mañana soleada de mayo, los chicos de blanco, la escuela de fondo, las miradas perdidas…y la profesora que toma la palabra:

    “Queridos alumnos, estimados directivos, señores padres: hoy nos congrega en este espacio vital para el porvenir de nuestra Patria Grande la conmemoración de un suceso ocurrido hace 200 años.
    Creemos que aquellos días de mayo deben ser leídos en clave emancipatoria, dado que significaron la liberación política del yugo colonial, y el comienzo de una construcción de nuevas formas de ordenamiento social con anclaje en el ejercicio del autogobierno. Claro que resultó un proceso lleno de contradicciones, como todo proceso histórico, pero su impronta independentista se impuso, dando origen a un proceso emancipatorio que aún hoy, 200 años después, no podemos terminar de consolidar.
    No haremos aquí un raconto de los sucesos ya conocidos por ustedes, ni pondremos el ojo en si los sucesos de mayo resultaron un “golpe de Estado o una rebelión popular”, si fueron “separatistas o antihispánicos”, o “librecambistas o Pro-británicos”, no porque no resulte esencial debatirlo, sino porque preferimos optar aquí por buscar caminos de acción conjunta que nos interpelen para terminar de dar forma a la obra inconclusa de la revolución de Mayo.
    Optamos entonces por rescatar las ideas de quien fuera uno de los más importantes actores de aquellos días de mayo, don Mariano Moreno, resultando esta elección arbitraria, pero radicando ésta en la vigencia de sus postulaciones independentistas y revolucionarias.
    La larga noche neoliberal y las recientes protestas de la oligarquía terrateniente hacen de Moreno un intelectual de nuestra época, resultando asombrosa la actualidad de sus postulados. Moreno gritó en 1810 que “…si el interés privado se prefiere al bien general, el noble sacudimiento de una Nación es la fuente más fecunda de todos los excesos y del trastorno del orden social” y que “las fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporción de lo grande de un Estado, no sólo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder absorben el jugo de todos los ramos de un Estado, sino también en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad.” Y es su grito, el que retumba en los cuatro puntos de este país (y de este continente) doscientos años después, y nos demuestra que siempre fueron los mismos los que priorizaron su interés particular a costa de trastornar el orden social y nadar entre excesos que, cuando lo creyeron pertinente, adoptaron la forma de genocidios parricidas. Por esto Moreno no daba lugar a la tolerancia y la moderación para con aquellos enemigos de la patria.
    En la construcción de una verdadera patria independiente se fue su vida, no sin antes afirmar que “El mejor gobierno, forma y costumbre de una Nación, es aquel que hace feliz al mayor número de individuos”.
    En esto andamos los argentinos y gran parte de las naciones Americanas en el S XXI, intentando construir una Patria Grande, independiente, emancipada para poder enfrentar a los verdugos de siempre, para consolidar la independencia política y continuar en el camino de la emancipación económica y cultural.
    Moreno nos indicó cual era el camino para la emancipación política, construyó una utopia independentista y murió por ella, confió en la fuerza de sus ideas y fue parte importante en la emancipación política en 1810.
    El presente siglo nos presenta nuevas utopías por concretar. Para poder completar la obra de los revolucionarios de Mayo debemos cortar las cadenas culturales que nos atan a una colonización pedagógica que nos hace enanos, que no nos termina dejar de crecer y que nos impide la (re)creación de una identidad.
    Es aquí que se enlazan las ideas revolucionarias de Mariano Moreno y de Simón Rodríguez (quien fuera maestro de Simon Bolívar), porque una verdadera educación popular resulta ser condición de posibilidad, o mejor dicho, el elemento fundante de una patria verdaderamente emancipada.
    Tenemos la obligación, ya no moral, ya no personal, sino histórica y colectiva de cargar de sentido el arma de la educación popular, debemos llenarla de contenidos y debe de servirnos para concretar la construcción de una sociedad distinta, nueva, nuestra, que nos lleve a interpretar las verdaderas circunstancias que condicionan nuestra existencia en este momento y en este lugar determinado.
    Construyamos la utopia liberadora de una lengua insurgente , donde el pan, la justicia y la enseñanza, arraigadas en todo el pueblo, sean su condición de posibilidad.
    Debemos inventar una nueva Educación Popular, colectiva, uniforme, arraigada, política y formadora del pueblo , porque solo esta nos llevará a reconocernos y a una construcción verdaderamente transformadora.
    La independencia de la patria grande nos hace dueños del suelo, la descolonización pedagógica, como actitud política revolucionaria, nos hace libres , dueños de nosotros mismos, verdaderos.
    Debemos darnos nuevas formas de lenguaje que nos acerquen a una verdadera comunicación, en tanto reflejo de relaciones emancipatorias entre hombres nuevos.
    De esta manera la historia nos demuestra que somos herederos de estas prácticas emancipatorias, debemos apropiarnos de ellas, hacerlas nuestras, significarlas, resignificarlas, para poder construir una patria verdadera, que no es otra que la Patria Grande.
    Nuestra vida debe ser praxis hacia una verdadera emancipación política, económica, pedagógica, cultural, humana. Debemos insertarnos en el camino sinuoso, pero largamente satisfactorio, de la construcción utópica, para cortar las cadenas que nos atan a una dominación que nos des-humaniza, nos hace ajenos.
    Las ideas de Mariano Moreno y de Simón Rodríguez se nos presentan entonces como dos momentos, estrictamente necesarios, para una verdadera construcción colectiva. Patria y lengua deben fundirse en una unidad transformadora, representada en nuevos discursos, para gente nueva.
    Debemos luchar entonces por una Patria Libre, soberana, independiente, y nosotros entendemos que solo la Educación Popular nos allanará el camino.
    200 años buscando utopías, 200 años resistiendo, de eso se trata cuando hablamos de “hacer Patria”. Muchas gracias por su tiempo”.
    Los presentes estallan en un aplauso cerrado, el rocío matutino ya ha mermado, el sol radiante se impone en el cielo celeste, como hace 200 (500) años, como siempre, la bandera flamea en el alto mástil de la patria, los alumnos vuelven al aula, nuevas preguntas se presentan, miradas cómplices reemplazan a aquellas perdidas del comienzo del acto, y las certezas se van haciendo presente, en un pueblo que (olvidado) vuelve a su rutina pensando… Patria y lengua… Patria y Lengua.
Nacho.

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