miércoles, 19 de mayo de 2010

La bocina me enloquece.

Son las 8 de la mañana, me despierto abrumado por una orquesta de bocinas que me taladran la cabeza, y me pregunto ¿Qué habrá pasado? ¿Habrá algún "vago" cortando la calle para que ellos, los verdaderos laburantes, no puedan llegar a horario a sus trabajos? Bajo las escaleras, preparo mi café con leche y la orquesta sigue sonando y comienzo a considerar que talvez la expresión histérica conjunta que refleja el bocinazo implica una autopercepción del automovilista como el sujeto político por excelencia en estos días (así los presentan los medios de (des)información). Si fue la semana pasada nomás que, mientras había cortes por condiciones dignas de trabajo, el ilustre Fernando Bravo (intelectual orgánico de los automovilistas) comparaba a los manifestantes en la calle con los “indígenas” incivilizados (vemos que Bravo leyó a Sarmiento), imponiendo, de esta manera un velo a la demanda.

Se hace abstracción de las demandas socio-políticas, se las vacía de contenido cada vez que estas llegan a la calle, porque es ahí donde, para ellos ya no es una demanda sino que es una estrategia perversa de vagos incivilizados que no quieren que los “verdaderos laburantes” lleguen a sus puestos de trabajo para dejar su plusvalía y volver así tranquilos a casa (si es que no hay cortes que lo impidan).

Las bocinas de las 8 aún retumban en mi cabeza (seguramente son otras nuevas) y es ese retumbe el que me hace pensar en el poder que tiene quien nombra, vale decir, que los ilustres periodistas, pongamos por caso ahora a Longobardi o Feinman (no le caigamos en todas a fer ché), nos presenten una manifestación callejera (como lo fue Kraft, las cooperativas que pretendían ingresar a “Argentina Trabaja”, los “vagos de Sociales”, etc.) haciendo abstracción de la demanda y basándose en el sujeto político “automovilista” implica una caracterización de la realidad que se torna intersubjetiva, ellos imponen nombres y los tornan universales, vacían de contenido las demandas y destruyen los lazos de solidaridad que la sociedad debe intentar construir. Y es en esta facultad de nombrar, de imponer signos, en donde observamos conductas dispares, porque resulta que cuando los que no nos dejan pasar son dueños de la tierra, que se cagan en el hambre y tiran la leche, lo que importa ya no es el impedimento de la libre circulación sino que es, ahora si, caracterizar la validísima demanda de un sector.

Quien nombra invisibiliza, quien nombra se olvida de nombrar, quien impone signos y los torna universales torna la balanza a su favor, ¿no es de esto de lo que se trata la “ley de medios”? ¿No es en esta lucha por nombrar que las nuevas tecnologías de la información deberían servirnos como herramientas? ¿No es esta lucha por imponer signos las que nos debe cruzar a nosotros como juventud cuando hablamos de nuevas formas de construcción política?
La bocina nos interpela a dar la batalla por nombrar en un país donde quienes nombran lo hacen monopólicamente, nuestra tarea consistirá en dirimir esa hegemonía, no bajo la égida de ningún otro poder monopólico, sino a partir de una verdadera comunicación entre los hombres, humilde, colectiva, contundente.

Ignacio.

4 comentarios:

  1. me encantó!
    Es cierto, se torna a veces dificil darle el correcto, adecuado nombre a las cosas cuando ya de antemano el noticiero y la radio hacen el mapeo de Capital Federal y alrededores, y muestran POR DIA, panorama de las protestas callejeras.

    La protesta callejera es justamente eso: hacerte visible en el contexto, molestando quizas a los usuarios tanto de servicios públicos como de las avenidas y calles, nombrarte a vos mismo cuando hace mucho tiempo que te tienen en el olvido.

    de todas formas, como método de lucha tiene algo de poca novedad, ya perdió ese factor sorpresa que, por ejemplo, caracterizó los movimientos piqueteros de los '90. Aunque se diga que cortar la calle ya no genera conciencia en ningun lado, no creo que sea porque molestan a los pobres laburantes. Hay otros factores que se juegan en el medio.

    No se bien cuales son, exactamente. En el caso de los vagos de Sociales, quizas sea esto de no tener una fuerte construcción real de base que apoye esas medidas, que sean tomadas por un grupo bastante reducido de diferentes fuerzas, y que justamente se vuelve casi funcional a los medios monopólicos que tienen la excusa perfecta de tildarnos de vagos.

    Ignoro la correcta metodología, pero creo que se trata (al menos en el caso de los estudiantes, que es el que conozco) de inventar nuevas formas. No?

    Flor

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  2. Me desperté con las mismas bocinas -cuando digo con las mismas bocinas estoy diciendo con las mismas bocinas-. Tan idénticas bocinas.
    Y mientras Ignacio bajaba a preparar su café, yo pensé -con mi poca lucidez mañanera- que el bocinazo no es otra cosa que el grito desgarrador de una ciudad que no se soporta a sí misma. Es su queja capitalina y concentrada.
    Ahora habrá que ver qué hacen los que no tienen bocina para hacerse escuchar ¿Cómo gritan? ¿Cómo hablan? ¿Cómo callan? ¿Qué otras bocinas escuchan?

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  3. Y... cortamos calles.

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  4. "... Quien quiera oir que oiga..."

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