martes, 8 de diciembre de 2009

Niños de la calle.



Primero niños. Esos con los ojos vivarachos y sonrisa fácil. Lástima que a veces ni ellos recuerdan que son niños. Como para acordarse, cuando son generalmente tratados como cosas, como apenas humanos…
¡Niños! Que se acuerden los que, buscando seguridad sin tocar este sistema inseguro y violento per sé pretenden ponerlos entre rejas. Sin hacerse (y hacernos) cargo de que muchos de ellos son consecuencia de un sistema inhumano, que expulsa y elimina la porción de gente que le conviene. Es imposible no sentir la opresión en el pecho viéndolos.

¿Será entonces hora de transformar esa opresión en algo productivo? No podemos seguir tolerando tanta vida que se quema entre hambre, lágrimas, paco y poxi. No se puede, simplemente porque no es justo, ‘porque no vale’ según las reglas de los juegos de niños.
Movámonos, que depende de nuestra generación. Que somos las sonrisas de revolución que le falta a este país medio dormido. Medio, porque el otro medio esta despierto. Como los ojitos de los niños que duermen en la calle.

ƒ

Flor

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