martes, 25 de septiembre de 2012

Voto jóven. Sociedad, medios y futuro

Mucho se ha dicho sobre el voto a los 16, sus implicancias y consecuencias. Desde perspectivas bien enfrentadas se ha puesto en debate la posibilidad de una sociedad más participativa. De un lado, el republicanismo conservador e individualista que reniega de la construcción colectiva. Del otro lado, una sociedad que piensa que el ejercicio del voto se debe ir consolidando a partir de prácticas que trasciendan nuestro mero paso por el cuarto oscuro.

A continuación algunas consideraciones en torno a un debate, tan candente como necesario.

Sobre la sociedad que permite el debate

Entendemos que la discusión sobre el voto optativo a los 16 es posible en una sociedad que viene saltando, a partir de la disrupción de 2001, ciertas prácticas características de la larga noche neoliberal. Es decir, esta cuestión se presenta como antítesis de la antipolítica que primó en los 90`s. La participación política como forma esperanzadora de un futuro mejor encuentra sus genes en la monumental resistencia de los 90´s y en el estallido del 2001 con experiencias que, a pesar de no haberse podido sostener en el tiempo, marcaron un camino, una especie de guía para la sociedad que aún se está pariendo.

Esta sociedad en estado de pre-parto se da profundas discusiones respecto de diversas cuestiones (que van desde los debates sobre una ecología sustentable hasta el voto juvenil sin dar por clausurada ninguna cuestión), y es en ese ejercicio pre-natal que se juega gran parte de la complejidad democrática del futuro en nuestro país (y por qué no en nuestra región). El voto joven, pero, sobre todo, la participación de los jóvenes no hubieran sido posibles en una sociedad en la que, honradas excepciones, imperaban el desinterés colectivo y la primacía individualista. La participación política de los jóvenes y su manifestación en las urnas puede darse en esta sociedad pre-natal que se dirime en la consolidación de la participación y el compromiso social como base de una sociedad más justa e igualitaria.

Sobre el tratamiento de los medios

Creemos que la mayor parte de los medios de comunicación y sus comunicadores no están a la altura del debate que la sociedad se está dando respecto al voto de los jóvenes. No están a la altura porque siempre van en sentido inverso al de la ampliación y reconocimiento de derechos.

El recurso utilizado ha sido frágil y reprochable, varios se han proclamado en contra del voto juvenil apelando a su estigmatización, se ha sentenciado, sin medias tintas: “preparados para la cárcel, pero no para las urnas”. Desde esta sentencia intentan anular la posibilidad de construcción de una nueva identidad colectiva que se va consolidando a partir de novedosas experiencias de participación. Jóvenes lanzados al debate público, arduos defensores de la educación pública, antítesis del joven viciado-vaciado que presentan y proponen aquellos agoreros del escándalo.

Se sabe, molestan los jóvenes conscientes de su presente y forjadores de su futuro, molestan los pibes que se dan discusiones a partir de la consolidación de experiencias colectivas, molestan los pibes porque incomodan, porque no se resignan, porque siempre van por más. Los medios y sus comunicadores lo entienden, he ahí la razón de su ataque.

Las experiencias de Chile y de Brasil incomodan a vastos sectores de la sociedad, en tal sentido creemos que el abono de esas prácticas incipientes de un estar siendo colectivo (acercándonos a Oesterheld) nutrirán de importantes experiencias a la nueva sociedad Argentina y Latinoamericana que aún no termina de nacer. Los medios y sus comunicadores (perdón por la generalización), garantes históricos del statuquismo, jamás compartirán la consolidación y ampliación de derechos, porque de su retraso depende su propia supervivencia.

Sobre el voto como número

Entendemos que gran parte del debate giró en torno a la característica netamente cuantitativa del voto, es decir: ¿qué fuerza va a capitalizar los votos de estos jóvenes? En estos términos nos parece que la cuestión es abordada desde su arista de menor importancia. Vale decir, si entendemos el voto como consolidación de prácticas y preocupaciones diarias que trascienden al momento en que, sobre mediante, llenamos las urnas de decisiones, la importancia del número queda totalmente eclipsada por la importancia de la participación, la discusión colectiva y la consolidación de una conciencia participativa que dirima en forma democrática sus decisiones. De esta manera, creemos que pesa más el aporte que la práctica democrática en agrupaciones, asociaciones, centros de estudiantes puedan tener en los tomadores de decisiones del futuro que la mera especulación numérica electoral del presente.

Sobre el futuro en tanto abstracción y su relación con el pasado

Paradójicamente aquellos que nos dicen que debemos olvidar el pasado, cerrar nuestras heridas, son los mismos que se resisten a que los pibes de hoy, mediante prácticas participativas puedan ir consolidando una noción de futuro colectivo. Niegan y piden olvidar el pasado y no nos dejan pensar en el futuro, ¿que nos queda? Un presente vacío, imperfecto, en el que ponen todas sus energías en mantener inmutable. El razonamiento es simple: no hay pasado, no habrá futuro, mantengamos lo que el presente nos otorga, ataquemos a quienes quieren arrebatárnoslo mediante igualación de derechos y proyectos de inclusión.

La participación, comprometida y militante, es la única que garantizará pisos de igualdad. No es la solución a todos nuestros problemas, pero por cada pibe que se acerque a consolidar una construcción colectiva a una organización, a un centro de estudiantes, a un centro cultural, por cada pibe que piense en su barrio, su escuela como punto de partida en la construcción de una sociedad mejor, por cada pibe que sume al debate público, más posibilidades tendremos de ensamblar, desde el presente, nuestro pasado con un futuro contenedor, inclusivo y mas justo.



El Infernal

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