jueves, 23 de junio de 2011

El ojo en 2011, la mirada en 2015. Política, claro.

Entramos en una etapa de definiciones, se ajustan las candidaturas y se va dibujando el escenario electoral 2011. Todo hace preveer que se vendrán cuatro meses muy movidos en términos políticos, pero sin mayores novedades en términos porcentuales si de votos hablamos.

Esta semana CFK anunció que se iba a candidatear para un segundo mandato y, con ello, cierra un sinfín de especulaciones que ponían en duda esta decisión y la continuidad del ciclo kirchnerista. El anuncio sirvió tanto para saciar la ansiedad del entorno, como para marcar, definitivamente, la cancha electoral. Bien cerca de la fecha de cierre de listas y bien cerca de sendos hechos de corrupción que enlodan el panorama.

Contextualicemos el anuncio. Se produce en días donde está candente el caso Schoklender y los turbios desmanejos de INADI, pero también en días en los cuales los hijos de Ernestina Herrera han decidido (corporativamente, como vienen decidiendo hace 10 años) cotejar su ADN con los datos que se encuentran en el BNDG vía sangre/saliva/pelo.

Leído de esta manera, el anuncio calma las aguas de la tropa y desvía (aunque más no sea por la noticia) el foco de atención de la opinión pública. Sin embargo, cualquier kirchnerista sabe que los ataques y denuncias no cesarán un instante durante los próximos 4 meses y no importará mucho si las acusaciones son reales o falsas (las hay de ambas, muchas).-

Junio nos acerca la certeza de que ninguno de los candidatos opositores, si quiera, pueda pensar en disputar la presidencia en términos reales. Lo que se observa, más bien, es una especie de candidatura testimonial que intentará marcar el terreno de cara a 2015.

Tenemos entonces, por un lado, al kirchnerismo que se regodea en su aventón triunfalista y que empieza a disputar el espacio hacia el interior del propio movimiento para 2015 y, por el otro, a una oposición sin mas brújula que el propio kirchnerismo (es esta fuerza la que marca agenda: para bien o para mal) que deberá afrontar sendas candidaturas testimoniales para avanzar en el posicionamiento público/electoral con el foco puesto en 2015.

De esta manera se observan fuertes desafíos de cara a los próximos 4 años. Por el lado del kirchnerismo, tendrá que resolver la disputa interna por el poder. La tarea no es fácil, los actores que disputan el poder vía, o en cercanía del, kirchnerismo son muchos y fuertes, desde los varones del conurbano, hasta Scioli, pasando por Moyano, Massa y algún que otro gobernador del interior (Urtubey?). Es la disputa clásica del peronismo, que hoy encuentra en CFK a su astro aglutinador, pero que ya empieza a pensar en la sucesión.

Creemos, entonces, que los próximos cuatro años (en caso de victoria de CFK) serán los años más complejos del kirchnerismo en tanto fuerza política hegemónica del peronismo. Habrá duras contiendas, negociaciones, cargos, candidaturas, demostraciones de poder, etc. etc. Entretanto, el Kirchnerismo deberá pensar en cuadros políticos con potencial de sucesión para seguir hegemonizando al peronismo a nivel nacional pero, sobre todo, a nivel provincia de Buenos Aires.

A estas disputas intestinas habrá que añadir los desafíos que tendrá un nuevo mandato de CFK. Rápidamente: tendrá que hacer foco en la problemática de la inflación y la inversión, deberá profundizar la industrialización, avanzar contra la extranjerización de la tierra y de los recursos, normalizar el INDEC, todas estas mediadas necesarias que deberán contar con el apoyo popular si no se quiere que “el modelo” siga dependiendo, casi centralmente, de cosechas record de Soja.

Creemos en que estas cuestiones significarían, de concretarse, un dique de contención del “modelo” y que permitiría re-asegurar la potencialidad de un estado regulador y re-distribucionista que tiene en la AUH su más claro exponente. En términos económicos concretos, habrá que terminar de darle forma a este neo-desarrollismo incipiente (y lleno de contradicciones) que lleva adelante el gobierno.

Por su parte, la oposición deberá enrolarse en la tarea de edificarse en una seria. Comandando así, tanto, las alternativas de superación del proyecto vigente, como su rol de control y desafío permanente de la fuerza en el gobierno. Tarea tan grande como la resolución de la disputa intestina del peronismo. Tarea que, por si hiciera falta aclararlo, es una de las deudas históricas de la democracia Argentina y que mucho aportaría a su propia consolidación.

Desafíos varios, meses movidos, años complejos. Habrá que tener responsabilidad política. La tarea es ardua, tanto dentro como fuera del Kirchnerismo. Ponemos el ojo en 2015, pero que “el árbol no nos tape el bosque”, la construcción es diaria. Si se hace con vocación y sentido de la responsabilidad, habremos dado un paso fundamental de cara a la consolidación de la democracia argentina y, sobre todo, al carácter de sus sucesiones, otrora tan traumáticas. Si priman los vicios, contribuiremos a una nueva crisis del sistema político (Digresión: algunos sectores observan que, tanto el sistema político como el sistema de dominación, fue institucionalizado vía Duhalde en 2002 (lo cual es difícil/imposible de rebatir), por lo cual no verían con malos ojos la agudización de las contradicciones y la posterior crisis del sistema de dominación político vigente. Cuando en esta nota se habla del “sistema político” se hace alusión al que existe. Se lo cree perfectible y dinámico, por lo tanto no descalifica a estas posturas, sino que las incluye como parte de la propia disputa y las reconoce como contradicciones efervescentes al interior del propio sistema).

2011, 2015, oficialismos, oposiciones, construcciones, sucesiones, disputa por el poder. Política, claro.


El infernal

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