lunes, 8 de noviembre de 2010

Apreciaciones sobre el Kirchnerismo y la necesidad de una opción para el campo popular


En el programa 678, días atrás una joven decía “Néstor Kirchner nos dio la posibilidad de volver a creer en la política”. Hablo con mi viejo acerca del tema y me dice, “este tipo de movilizaciones a la Plaza de Mayo no se veían desde la vuelta a la democracia en 1983”. Reviso los medios gráficos, radiales, y televisivos, y sigo un tanto perplejo ante las declaraciones de presidentes como Evo Morales y Hugo Chávez, además de recordar la inmediatez con la que todos los mandatarios de la región se movilizaron hasta la Casa Rosada. Recuerdo que hace algunos días, viajando hacia Villa Lugano para realizar una actividad con un MTD de la zona, dialogo con un conocido (que no es kirchnerista) que me dice “fui a la plaza el miércoles, creo que es momento de cuidar el momento político, no hay que retroceder con el piso de logros que ha tenido el kirchnerismo, sin duda lo que puede venir es mucho peor”. Las Madres dicen que han perdido un hijo, Hugo Moyano que después de Juan Domingo y Evita viene Néstor Kirchner (NK). Los medios afines al proyecto gobernante sacan encuestas dando cuenta de que hoy la popularidad de NK es de alrededor del 70%.

Toda esta vorágine desatada a partir de la muerte de NK, más que nunca me hace volver a repreguntarme: ¿Qué es el kirchnerismo?.

El kirchnerismo es sin duda alguna un fenómeno político sumamente complejo. Precedido por la coyuntura del 2001, iniciado por unas elecciones adelantadas por el asesinato de Kosteki y Santillán, el kirchnerismo expresa la Ley de Medios, las políticas de derechos humanos (sobre todo con el tema de los juicios a los represores, pero también aquí podríamos incluir el visto bueno que se le dio a la reciente Ley de Matrimonio Igualitario), la Asignación Universal por Hijo, la estatización de las AFJP, y su incidencia en el surgimiento y sostenimiento de un espacio latinoamericano de dialogo entre los países de la región y autónomo de los intereses de los Estados Unidos (como la UNASUR).


El kirchnerismo expresa todo esto. Pero también expresa la continuación del modelo minero extractivo y de los agronegocios así como de la depredación de los bienes comunes, la apoyatura en una estructura sindical burocratizada y en el aparato clientelar pejotista, el pago de la deuda externa y la no completa cancelación de una amplia deuda interna que aun existe en nuestro país a pesar la recuperación económico-social que se inició en el 2003.

En esta perspectiva, resulta interesante analizar brevemente algunos aspectos ligados o interrelacionados con las “virtudes” del kirchnerismo.

Respecto del caso de los derechos humanos, es paradigmático que se derogaran las leyes de obediencia debida y punto final, que los juicios a los represores de la última dictadura avanzaran como nunca antes desde la vuelta a la democracia, y que en definitiva el tema de los derechos humanos se volviera así una “cuestión de Estado”. No obstante, también es cierto que el kirchnerismo no ha tomo medidas efectivas ni se ha comprometió a abordar la gran cantidad de casos de “gatillo fácil” en nuestro país, así como también la existencia de múltiples redes de trata de personas (sobre todo de mujeres). El kirchnerismo (en un “aprendizaje” de lo ocurrido con las muertes de Kosteki y Santillán en junio de 2002), también se ha jactado de no haber tenido directa incidencia en la muerte de ninguna persona durante dinámicas de protesta social, pero esta no represión directa de la protesta social si ha dado paso a una judicialización y criminalización de la misma, aspecto no menos preocupante y sobre el cual kirchnerismo ha dejado el terreno libre para su creciente desarrollo. ¿Son el gatillo fácil, la trata de personas, la judicialización y criminalización de la protesta, aspectos ligados a los derechos humanos? Si. ¿El kirchnerismo a ha implementado políticas públicas o expresado voluntad política de dar solución fructífera ha estas problemáticas? No hasta el momento, más bien su toma de posición alrededor de estas problemáticas ha sido por omisión de las mismas.

La estatización de las AFJP si bien resulta progresiva (en tanto el Estado puede ahora manejar un masa de dinero que antes tenían las privadas en forma de acciones y bonos en entidades bancarias, y que además puede reorientar a través de la ANSES en medidas como la Asignación Universal por Hijo), no debe hacer soslayar que durante el kirchnerismo la intervención del Estado en empresas privadas fue en gran medida una respuesta a los incumplimientos de estas. Esto es una nomenclatura común en casos como los del Correo Argentino, el espacio radioeléctrico, trenes, Aerolíneas Argentinas, Aguas Argentinas, Transportadora Gas del Norte, y Autopistas del Sol. La intervención estatal y gubernamental en la regulación y control de la actividad minera e hidrocarburifera, en la depredación de los recursos naturales, en acciones para una modificación de la regresiva estructura tributaria argentina y de un sistema financiero aun sustentado en una ley de la dictadura, o bien para la erradicación de una pobreza en más de dos dígitos e inmersa en una economía fuertemente motorizada por la exportación de alimentos (exportación que da alimento a mas de 500 millones de personas en el exterior, cuando en la argentina hay 40, y casi un tercio padece hambre), hace que el rol del Estado y el Gobierno nacional (como espacio de toma decisiones dentro de la estructura estatal nacional) sea en algunos casos insuficiente y en otros ausente.

La desagregación de un análisis crítico sobre los aspectos “virtuosos del kirchnerismo”, no busca negar la progresividad de algunas de las medidas de gobierno previamente nombradas, sino que busca dar cuenta de que el kirchnerismo no es solo eso y que por ende no excluye la multiplicidad de problemáticas y puntos críticos que aquí se mencionan, haciéndolo por eso un fenómeno político extremadamente complejo y atravesado por un sinnúmero de contradicciones que ponen en cuestión su sesgo “nacional y popular”. Esto tampoco debe llevar a concluir que el kirchnerismo es en el fondo igual al neoliberalismo precedente (menemismo), o a la vertiente neoliberal actual plasmada en el gobierno porteño (macrismo). Sin duda no lo es.

La muerte de NK además puso más vigente que nunca el argumento del kirchnersimo como el “menor mal posible”, es decir que la próxima opción política que cristalice en gobierno nacional precisamente se ubique a la derecha de este, termine con el piso de medidas gubernamentales progresivas hasta ahora conseguidas, y sea mucho peor que lo que tenemos desde el 2003 como gobierno nacional.

En este sentido, este articulo trato de ejercer una lectura que busque apenas esbozar las contradicciones que engloban al kirchnerismo, y que sin caer en un análisis simplista e infantilista de la realidad compleja, permita aportar a la discusión sobre la necesidad de concebir realmente una alternativa política que confluya fructíferamente con el espectro de intereses y necesidades del campo popular en nuestro país.


Por Nicolás

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