viernes, 18 de junio de 2010

Ciencia Politica: sentido crítico, teórico-práctico.

La ciencia política y la resignificación de su sentido crítico y teórico-práctico: algunos humildes aportes para problematizar el rol del cientista político.

Por Nicolás.

Aristóteles concebía a la “ciencia política” como una ciencia fundamentalmente practica, es decir “…como una ciencia orientada a la acción más que una ciencia teórica perseguida en aras del conocimiento”[1]. Marx concebía al ser humano como esencialmente transformador de la realidad[2], planteando en este sentido el concepto de “praxis” que supone transformació n de la realidad y consecuente reflexión.
El aporte de Aristóteles (la ciencia política en su fundamento práctico), y el de Marx (el ser humano y su praxis política concebida como transformació n y consecuente reflexión de la realidad transformada) , son pertinentes para problematizar el rol de el/la cientista político/a en la actualidad. En este sentido parto de concebir al saber científico como un “saber social”, es decir cómo saber puesto en función de realizar una lectura e interpretació n crítica de las problemáticas más acuciantes de la sociedad, para así aportar a la construcción permanente de un pensamiento crítico que no se vea distanciado de las cotidianeidades de los más desfavorecidos y excluidos.

Teniendo en cuenta las apreciaciones precedentes ¿Cuál puede ser el rol de el/la cientista político/a? Seguro no debe residir en una producción teórica acrítica de la realidad existente o en un aislamiento teórico en la academia, sino en un ejercicio teórico de interpretació n crítica de la realidad, condición de posibilidad necesaria -no suficiente- para habilitar indicios de transformació n de la realidad. Por supuesto que desarrollar ambas tareas no es nada fácil, en tanto el/la cientista político/a debe desenvolverse a partir de una disputa interpretativa al pensamiento mayoritario -¿hegemónico?- de la ciencia política[3], y a partir del complejo entramado de relaciones sociales que atraviesan la sociedad capitalista actual. A su vez este rol teórico-práctico no debe concebirse de manera estática, sino en forma dinámica, es decir como parte de proceso -heterogéneo y no exentó de contradicciones- englobado en una coyuntura que se encuentra significada históricamente. Este rol no siempre mostrará rápidos, grandes y espectaculares resultados, sino también resultados más modestos no medibles a partir de la cultura del éxito, pero no por ellos menos importantes.
Es vital tener en cuenta que las tareas que deberían integran el rol de el/la politólogo/a deben entenderse en un sentido de reciprocidad permanente, a fin de generar la retroalimentació n teórico-práctica necesaria para revitalizar y resignificar al cientista social en la cotidianeidad. Un camino fecundo para lograr ello resulta de la vinculación del trabajo intelectual con la militancia política y social. Por otro lado ambas tareas no deben verse como un punto de llegada, sino como un punto de partida, para de esta manera ir prefigurando “aquí y ahora” el rol propuesto.

Ahora bien traslademos estas cuestiones a la realidad argentina. En sentido politologico ¿analizar la perdurabilidad del régimen democrático desde 1983 a la actualidad significa solo analizar la perdurabilidad en general de reglas, normas, procesos e instituciones que definen métodos de acceso y control al poder político? O bien habría que problematizar esa pregunta y agregar: ¿esa perdurabilidad no se vio además matizada por un deterioro de la calidad del régimen democrático en el sentido una acentuada exclusión social, de enormes patrones de pobreza y desigualdad, de falta de un acceso pleno a los derechos sociales y al bienestar para numerosos sectores sociales de la sociedad argentina? Por supuesto estas son esquemática y simplificadamente solo algunas aristas pasibles de análisis del régimen democrático argentino y hay por ende muchas dimensiones más que podrían ser tenidas en cuenta. No obstante, las preguntas así planteadas sirven de ejemplo para dar cuenta de que es necesario cancelar el absoluto distanciamiento de la reflexión teórica respecto del quehacer y la realidad sociopolítica cotidiana.
Una vez más los argumentos nos retrotraen a la vinculación entre teórica y praxis, entre interpretació n critica, posibilidad de transformació n y consecuente reflexión. El intento de este articulo fue el de sembrar la inquietud en este sentido, a fin de estimular un sentido crítico y teórico-práctico en la ciencia política. Como decía Antonio Gramsci al fin y al cabo se trata de pasar del saber, al comprender y al sentir, y viceversa.


[1] ARISTOTELES, “Politica” (2005); Introducción de María Isabel Santa Cruz y María Inés Crespo, Buenos Aires, Losada, p.23.
[2] Fundamentalmente se hace referencia a las Tesis sobre Feuerbach, escritas en alemán por Karl Marx en la primavera de 1845. En 1888 son publicadas por primera vez por Friedrich Engels como apéndice a la edición aparte de su Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.
[3] Este pensamiento tiene su inspiración en la ciencia política norteamericana nacida a comienzos del Siglo XX. Algunas de las características de esta rama de la ciencia política son: su visión “institucionalista” que hace hincapié en la importancia de las instituciones y su consolidación; su presupuesto -proveniente de la economía- de que los seres humanos interactúan en base a parámetros racionales de conducta.

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