martes, 30 de marzo de 2010

El terrible miedo a estar solos


Sabemos que el miedo es, además de una emoción primaria, una forma de gobierno. Nada nuevo.

Tampoco es novedad el nacimiento o la imposición de nuevos miedos entre nosotros. En tiempos donde el hombre y la mujer deben dar una lucha diaria frente a todo lo que les ofrece el universo, nace, acecha, somete, el miedo a estar solo.

Difícilmente hayamos imaginado años atrás semejante incomunicación en la era de la hipercomunicación, de las nuevísimas tecnologías. Las máquinas de la alegría, a las que alguna vez les escribió el fabuloso cuentista Ray Bradbury, son hoy una excusa y un camuflaje a los temores de una sociedad que se siente amenazada por un itinerario de actitudes cínicas cotidianas. Todo aparato electrónico que nos rodea es utilizado, hoy por hoy, como un modo de combatir ese terrible miedo a estar solo.

Nos paseamos por los facebooks y hacemos más amigos y firmamos los muros y escribimos que nos gusta el mate. Navegamos por sitios raros del ciberespacio y dejamos comentarios sobre el cambio climático y las especies en extinción. Mandamos un email en cadena porque somos solidarios con la niña que necesita la operación, pero ahí queda. Recibimos mensajitos y los respondemos para recibir más y continuar respondiendo y abreviando. Miramos la TV y escuchamos un tema que nos gusta y chequeamos el fixture del mundial y chateamos, todo al mismo tiempo. Los auriculares del mp3, o 4, o más, nos hacen escuchar las canciones de un disco que todavía no salió a la venta. Estamos etiquetados, no disponibles, en contacto, como grupo, metidos en una frase que creemos interesante, ausentes. Somos clave, cuil o cuit, anónimos con seudónimos, usuarios, consumidores. Esto no es estar comunicado, acompañado, contenido. Todo contacto se ha vuelto artificialmente grupal. Todo mensaje carece de un destino particular y preciso. Y estamos solos. Y tenemos miedo.

Todavía no se por qué escribo en un blog.


Román.

3 comentarios:

  1. Que bueno Roman! En lo personal, me gusta mucho tu manera de escribir. Honestamente, disfruto de leer este tipo de redacciones.

    Dejo una simple respuesta de alguien que todos conocemos pero muchos lo tenemos olvidado:

    Pregunta:
    ¿Qué significa vivir para Horacio Guarany?

    Respuesta:
    Vivir es una suerte que ojalá todos la entiendan, la suerte de tener piernas, ojos, amigos, perros, vinos, mesas, caminos... cuantas cosas tenemos y mucha gente no se da cuenta. Creen que vivir es durar muchos años y eso no es vivir. Es saber porque estamos, para que estamos y las miles de cosas que tenemos para justificar y decir vivo. Es dar antes que recibir, es preguntarse que puedo hacer yo por los demás antes de pensar que pueden hacer los demás por mí. Dar siempre y cuando una da está sirviendo, eso es vivir.

    Gastón

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  2. guau...
    que manera simple y compleja a la vez de explicar porque sentimos esa soledad tan profunda.
    Estoy muy de acuerdo con vos. Pero creo que si tan solo estas tecnologías se vieran puestas al servicio de mantenernos realmente conectados, que fueran sintesis o soporte de reuniones reales y físicas, si fuera eso... creo que la historia (o histeria) sería distinta.

    Porque creo, humildemente, que el problema aqui es sustraer la presencia real y resguardarnos en una solisima computadora, un solisimo mp3.

    Que se yo... pa pensar.
    Que lindo como escribis!

    Flor

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  3. Román, que bueno!. Te salió redondo, breve y muy expresivo. Pareciera como que hay un genio maligno que nos miente diciéndonos que eso es comunicación, que escribir a favor de los pobres o de la tierra es solidaridad y compromiso. Hay que volver al ¡che, voy para tu casa!, al apretón de manos, al abrazo, al vino y al asado (aunque sea dificil, viste por el precio), o al guiso. Hay que sentarse en la mesa con el otro para hacer un nosotros. Un abrazo.

    Luis

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